martes, 23 de septiembre de 2014

Cuando la sudoración de los pies es excesiva


Sin lugar a dudas, la hiperdrosis plantar o sudoración excesiva de los pies es un problema que reduce notablemente la calidad de vida del que lo padece, ocasionándole un malestar que le llega a afectar psicológicamente. Hombres y mujeres la sufren indistintamente, y a menudo aparece unida a cambios de tipo hormonal en nuestro organismo, por lo que no sirve de nada reducir la ingesta de líquidos o la hidratación de la piel.

La sudoración excesiva de los pies debe ser tratada adecuadamente porque no es un problema menor. Quienes la padecen la sobrellevan con cierta angustia por el mal olor que comporta, lo que termina repercutiendo es sus relaciones personales y en su vida social. La hiperhidrosis interfiere así en las actividades de su vida diaria, pues los pacientes deciden reducir el tiempo que dedican a actividades de ocio e, incluso, de trabajo, al tiempo que se esfuerzan por ocultar su situación. Ninguno de estos factores ayudan a su capacidad para enfrentarse al problema. Pero es que, además de las consecuencias emocionales que tiene para el paciente, el sudor excesivo produce irritaciones en los pies y constituye un caldo de cultivo ideal para los hongos y otros gérmenes.

Las personas con hiperdrosis plantar tienen los pies muy húmedos y delicados, su piel es muy sensible por hallarse reblandecida, y deben incluir entre sus hábitos diarios una serie de medidas preventivas como una adecuada higiene diaria con jabones específicos, uso de calzado transpirable que permita circular el aire alrededor de los pies, cambio diario de calcetines (preferiblemente de algodón), y utilización de productos astringentes y antisépticos. 

No hay ninguna necesidad de seguir viviendo con desagradables olores que ocasionan complejos y que pueden malinterpretarse como una falta de higiene personal. Acudir al podólogo para resolver todas nuestras dudas es el primer paso para encontrar la solución al problema. Como profesional sanitario especializado en el diagnóstico y tratamiento de las afecciones y deformaciones de los pies, es también la persona que nos aconsejará sobre el calzado más recomendable para cada patología. 





viernes, 12 de septiembre de 2014

Los pies de nuestros hijos


Con el mes de septiembre y la reincorporación a la rutina de cada uno, intentamos planificar el nuevo curso para que no nos ahoguen las prisas y podamos cumplir los buenos propósitos que contribuyan a llevar una vida saludable. La vuelta al cole de nuestros hijos supone dedicar tiempo y recursos para que todo esté a punto: libros, material escolar, uniforme, ropa y calzado deportivos, actividades extraescolares... queremos que tengan las mejores condiciones para poder afrontar con éxito sus pequeños retos, pero a veces se nos olvida prestar atención a detalles en apariencia menores, como es la revisión de sus pies por un especialista cualificado. 

Dejando al margen problemas concretos que hayan requerido atención podológica, cumplidos los cuatro años de edad los niños caminan de forma autónoma, por lo que suele ser el momento ideal para que los padres lleven a sus hijos a una primera consulta del podólogo, quien examinará correctamente sus pies para descartar cualquier patología. Lo habitual, sin embargo, suele ser que esta visita no se produzca hasta que aparecen algunos síntomas como las caídas frecuentes de los pequeños, su excesivo cansancio o aparente pereza para practicar deportes, u otros visibles y más alarmantes para los padres, como el distinto tamaño de los pies o una forma "extraña" de caminar.

Entre las anomalías más frecuentes que padecen los pequeños se encuentran el pie plano y el pie cavo (poco o mucho "puente", respectivamente), el pie varo (apoyo del talón en la parte externa), o el pie valgo (apoyo en la parte interna del talón). En muchos de los casos, el problema se soluciona con unas plantillas correctoras, pero es fundamental detectarlo a tiempo y por un profesional sanitario especializado. Es la única manera de ofrecer a nuestros hijos un tratamiento garantizado que les evite molestias y sufrimientos innecesarios. 

Nunca se insistirá demasiado sobre la importancia de las revisiones podológicas en los niños. De igual modo que les vacunamos y acudimos puntualmente a las revisiones del pediatra, dentista u oftalmólogo, es fundamental prestar la adecuada atención a sus pies. Sólo así estaremos poniendo realmente todos los recursos necesarios para que ellos sigan disfrutando en sus actividades diarias, proporcionándonos la gratificación de verles crecer sanos y felices.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

El pie del paciente diabético


Las personas diabéticas deben prestar una atención especial a sus pies para prevenir graves complicaciones. La diabetes, al suponer un nivel elevado de glucosa en el organismo, genera una peligrosa pérdida de sensibilidad y una deficiente circulación sanguínea en las piernas. La insensibilidad al dolor que sufren estos pacientes puede estar silenciando heridas, ampollas o úlceras que pueden desembocar en infecciones e incluso en amputación de algún dedo o del pie completo. Más de la mitad de las amputaciones de extremidades inferiores en todo el mundo están relacionadas con la diabetes, lo que refleja la seriedad de un problema de salud que exige una atención igualmente seria.

Las lesiones en los pies que se engloban bajo el nombre de "Pie diabético" se suelen presentar transcurridos varios años desde el inicio de la enfermedad y, si bien es cierto que no aparecen en todas las personas diabéticas, las graves consecuencias que pueden conllevar son suficientes como para que esta población se tome muy en serio el cuidado de sus pies. 

Lo ideal es establecer unas rutinas diarias: higiene de los pies con agua tibia, secado meticuloso, hidratación, y, muy importante, inspección visual con la ayuda de un espejo en busca de cualquier punto enrojecido o llaga en los pies. A ello hay que unir hábitos de vida saludables y un riguroso control de la glucosa. La diabetes es una enfermedad que daña los nervios y los vasos sanguíneos, causa problemas en muchas partes del organismo y, por esta razón, su existencia debe conocerse por parte de todos los profesionales sanitarios que traten al enfermo.

Prevención, educación y tratamiento multidisciplinario de las lesiones del pie constituyen los tres pilares básicos para cuidar el pie diabético. Si es recomendable una visita anual al podólogo para todas las personas, este consejo se debería convertir en obligación en el caso de las personas con diabetes. Solo así podrán conocer su nivel de riesgo y proteger adecuadamente sus pies.